lunes, 13 de diciembre de 2010

Fabrica de sueños.




Cuando era crío era bastante raro. A mi no me gustaba aporrear un balón como el resto de compañeros de mi clase o encestar balones sin ton ni son; a mi lo que me gustaba era el cine.

Crecí con películas como “Los Goonies”, “Regreso al futuro” o “En busca del arca perdida (la primera película de mi vida que vi dos veces), títulos que hoy por hoy creo que a todos nos hacen retroceder unos años y dibujarnos una sonrisa de melancolía.

Mi madre me fue introduciendo poco a poco en algunos títulos un poco más adultos, y de esos fines de semana con ella en el cine, me viene a la cabeza Jeremy Irons en “La misión” Whoopi Goldberg en “El color purpura”, Sigourney Weaver en “Gorilas en la niebla” o la gran Meryl Streep en “Memorias de Africa”.

Con el tiempo me fui creando mi propio camino cinematográfico, y ya sea por evadirme de la realidad, o conocer lugares en los que jamás pondré un pie, el cine irá siempre conmigo de la mano.

Siempre he sido partidario de la idea de que el cine es para disfrutar y que cada momento tiene su película. Me parece bastante hipócrita por parte de mucha gente el desechar películas que son puro divertimento igual que se desecha la “telebasura”, cuando, seamos sinceros, todos la vemos en un momento u otro. En un momento dado te puede apetecer ver “Lo que queda del día”, con unos sensacionales Anthony Hopkins y Emma Thompson, pero quizá en otro, ver a Cher en “Hechizo de luna” te hace mantener una sonrisa toda una tarde.

El miércoles tengo una cita para volver a ver “Los puentes de Madison”, y todavía recuerdo a mi madre salir del cine Eliseos en el año 95, colgada de mi brazo y gastando toneladas de kleenex de camino a casa por el Paseo Independencia (es increíble como algunos recuerdos se graban en la mente).

No creo que el cine sea únicamente una afición. Para algo que te hace reir, llorar, emocionarte y al fin y al cabo sentir, tendrían que inventar una palabra nueva.

Ya lo decía Robert a Francesca en “Los puentes de Madison”: “esa clase de certeza, sólo se presenta una vez en la vida...”