viernes, 3 de febrero de 2012

VENTIUN DIAS

Normalmente, y con el paso de los años, nos vamos acostumbrando a lo que la vida nos pone por delante. En muchos de esos casos, únicamente nos "conformamos", sin realmente pararnos a pensar si realmente son situaciones que nos hagan felices. La rutina, la costumbre y la vagancia hacen que no reflexionemos en nosotros mismos y en lo que realmente queremos y eso es un tremendo error, ya que con el tiempo nos pasa un precio muy alto a pagar.

Nunca he sido una persona de poner mis sentimientos en bandeja postre. La gente que me conoce, la gente que me quiere, sabe que lo que siento lo demuestro, sin necesidad de adornar situaciones con palabras en vez de con hechos. De vez en cuando, eso si, me salto mi regla, ya que hay momentos que lo valen.

Hasta hace veintiún días, estaba vacío por dentro. Mis días se presentaban grises en una ciudad que no era mía y con una gente que pasaba a mi lado como fantasmas invisibles y aburridos. No recordaba lo que era reír, ni tan siquiera lo que era llorar. Pero ya os dije que las cosas, me iban a ir bien, y lo están haciendo. Todo tiene su momento, todo tiene su lugar y todo tiene su gente.

Siempre  he creído en la fuerza de la palabra bien hilada. Considero que con una sola frase, te pueden emocionar, te pueden hacer daño, te pueden hacer querer. El otro día, una persona muy importante en mi vida hoy por hoy, y espero que mañana también me dijo: "QUIERO LUCHAR CONTIGO AHI FUERA".


Ante frases como esa, uno sólo puede dejarse ir, y creerse de la vida, todo lo feliz que puede hacerte.

Veintiún días, pueden ser toda una vida.